No sabía qué esperar cuando vi mi destino para las prácticas de psiquiatría: Unidad de Rehabilitación de Salud Mental. ¿Qué sería eso? ¿Me serviría para conocer la psiquiatría? ¿Quién iba allí? ¿A qué se refieren con "rehabilitación"?
Creo que después de dos semanas soy capaz de contestar, parcialmente, estas preguntas. Se trata de una casita, con un gran jardín (incluido huerto) donde se juntan unas 30 personas al día para mejorar su calidad de vida. Algunas de ellas van solo algunos días, en busca de compartir experiencias, sentirse comprendido y aprender a afrontar de una manera más liviana las asperezas de la vida. Otras, van todos los días, y también buscan compartir experiencias, pero, sobre todo, intentar ayudar con sus conocimientos, cada uno desde su rama, a limar esas asperezas.
He podido ver, desde un punto de observación, cómo funcionan. Cada uno intenta dar lo mejor de sí allí (aunque, inevitablemente, no todos los días son buenos para todo el mundo) para que el resto se empape un poco de lo que cada uno puede aportar. Yo he intentado dar también lo que he podido, aunque no haya jugado a la torre o bailado cuando Conchi me lo decía, así que, me he sentido integrada.
También he tenido la oportunidad de visitar a alguien que nos necesitaba en su propia casa, donde nos abrió las puertas. Allí aprendí que la salud tiene mucho que ver con saber estar, escuchar y simplemente hacerte presente cuando alguien más te necesita.
Eso sí, no he aprendido diagnósticos, ni síndromes raros, ni siquiera cómo se utilizan en la práctica los psicofármacos. Pero para eso tengo un estupendo manual del MIR que me lo explica a la perfección. Me parece algo relativamente más sencillo de aprender.
Sin embargo, lo que he vivido aquí, creo que no lo hubiese podido aprender ni estudiando, ni yendo a congresos, ni recetando fármacos a través de un ordenador. Cada vez estoy más convencida de que para la formación de un médico, sea cual vaya a ser su especialidad (aunque ahora, yo estoy algo más cerca de elegir psiquiatría), es imprescindible conocer la realidad y el día a día de los pacientes, más allá de una consulta o una cama de hospital.
Eso, no nos lo puede explicar nadie desde unos apuntes o subido a una tarima.
Ana Torres
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