La OJE que yo conocí estaba
bastante descafeinada con respecto al doctrinario Frente de Juventudes. Era una
especie de-Boys Scout-; pero no éramos “pijillos” como ellos, aunque si más
machistas. Esto es un detalle refiriéndome al machismo que nadie o pocos conocían
en pleno régimen de Franco, pero era cierto.
Las excursiones, las había como
una al mes en preciosos parajes de ríos haciendo “vivac” en sus márgenes, o
subiendo montes de poca envergadura.
En el verano se organizaban campamentos,
en las zonas de costa o de sierra.
Tuve la oportunidad de participar
en dos de ellos; uno en Cataluña y otro en Mallorca.
El de Cataluña era más animado,
por lo menos eso es lo que me pareció a mi .Los hubo que ligaron con las
nativas de aquel pueblo llamado Pallafox, muy cercano a la costa Brava. Los demás
no nos comíamos una rosca; aunque por intentarlo no quedaba. Tanto los ligones
como nosotros, nos escapábamos del campamento a poco de tocar silencio, eso le
daba un toque como más aventurero.
Los compañeros de mi escuadra íbamos
a una localidad que estaba en fiestas, con chicas impresionantes y donde se veía
por lo general extranjeros dirigirse a la playa entre abrazos y apasionados
toques y sexo por anticipado.
Nosotros volvíamos al campamento
con nuestra represión inalterada que con el tiempo se trasformo en inalterable.
Una noche nos vio salir uno de
los jefes del campamento y se “armo la de Cristo Dios” Fuimos juzgados por el
jefe del campamento sumadísimamente y pagamos nuestra osadía haciendo guardia
junto a los mástiles de las banderas. Aunque el jefe se apiadó de nosotros y
duro el suplicio media hora .Lo lógico es que amaneciéramos haciendo guardia
toda la noche, pero como digo apenas nos desvelamos.
Los cadetes que eran los mas
creiditos, se lo montaron de lujo con unas cariñosas catalanas que conocíamos en la playa. Eran
mejor tratados porque disfrutaron de las nativas del lugar.
Al año siguiente fuimos a
Mallorca. El campamento estaba situado en las bahías del norte de la isla, un
paraje realmente bonito, con tupidos bosques de coníferas y campamentos de la
sección femenina, chicas a las que intentamos ligarnos una noche. Pero la
rectora del campamento las protegía de
nuestras perversas intenciones.
Así eran las cosas en aquellos
tiempos, en que nos teníamos que conformar casi todos con “Ale-Manitas”. El
viaje fue de un sufrimiento sin cuento, había mucha marejada y ningún hábito a
navegar. Estuve toda la noche malísimo dando arcadas, tirado por la borda,
hasta que en la niebla avistamos la isla deseada.
J.L.C