Lucky era un perro genial, simpático; algo muy
especial para mí. Era muy bonito, de color negro oscuro, tenía tres años y
medio, simpático y muy entrañable; aunque muy dormilón. Era un pastor “lobino” muy
sociable y obediente. Comía bastante bien, aunque a veces era muy gruñón. Me
encantaba estar con él, no se cansaba nunca, siempre estaba dispuesto a
disfrutar de cada momento. Le daba mucho
juego, pero me agotaba, no podía llevar su ritmo. Era muy listo y bastante
nervioso, me tiraba del pantalón para que lo sacara a la calle, le encantaba
estar con otros perros. A veces se perdía y es que le gustaba correrse sus
aventurillas por el pueblo con otros perrillos, tardaba un buen rato en encontrarlo. Para mi
era muy positivo, me aportaba tantas cosas buenas que es difícil de poder describir.
Lo di en adopción a la perrera
municipal, de lo cual me arrepiento ahora mucho Me parece mentira que no este
conmigo y es que cada día que pasa lo echo
de menos. Ha sido para mi una gran perdida y ahora estoy muy arrepentida.
Me duele pensar que lo he abandonado a su suerte. Estar con él ha sido la mejor
terapia que he podido tener. Por eso al escribir esto he querido expresar como
me siento en este momento a ver si de esta forma alguien puede ayudarme a superarlo.
Quiero agradecer a todos los
compañeros/as que realizan el blogs de la URA la oportunidad que me han
brindado para compartir esta experiencia.
C.M.R
C.M.R
No hay comentarios:
Publicar un comentario