Sierra Nevada desde El Orduña |
Cuando llegué a secretaría con todos los papeles que me habían pedido me dicen que falta uno. Me enfadé bastante porque, como ya he dicho, llevaba lo que me habían dicho que llevara.
Entonces el hombre que me atendía me dijo que había sido culpa suya, que llevaba poco tiempo en el puesto y que le disculpara. Me sorprendió que admitiera su error y me calmé. Le di las gracias y le dije que volvería al día siguiente.
No era la primera vez que me pasaba algo parecido, pero si fue la primera vez que me encontré enfrente a alguien que admitía el error como propio, lo que me ayudó a llevarlo mejor.
A lo largo de los cursos siguientes pude ver que conservaba su puesto de trabajo, algo que me alegraba un poco el día.