10 evidencias
del Cambio Climático en Granada
Hechos como la paulatina pérdida de nieve en Sierra Nevada o la muerte de 100.000 árboles en sólo cinco meses alertan de los efectos de un fenómeno difícil de parar.
Incremento
de las temperaturas medias, calentamiento más acusado, menos
lluvias, aumento de las superficies áridas, desaparición de
especies… No son pocos los indicios que alertan del impacto del
cambio climático, un proceso real y global. Su lectura también
puede hacerse a nivel local y en
Granada los síntomas son evidentes.
Buena parte de los estudios científicos internacionales dedicados a
abordar este asunto se han centrado en Sierra
Nevada, que se ha convertido en un laboratorio perfecto extraer
información y
así diseñar futuros planes de actuación a nivel mundial, pues
todos los datos están conectados e influyen unos sobre otros. En
este contexto, algunos de los hechos más significativos son:
100.000
árboles muertos en cinco meses
Está
ocurriendo. Ahora mismo, miles de árboles están muriendo en la
Sierra de Baza: unos 100.000 en los últimos cinco meses.
Según las primeras informaciones al respecto, y a falta de estudios
oficiales solicitados que señalen las causas, todo apunta a que una
plaga de insectos podría estar detrás de la desaparición masiva de
pinos y cedros, como recoge la revista digital Sierra de Baza. Dado
que se trata de especies impropias de un entorno considerado como
probeta para vaticinar futuros comportamientos del medio, ésta
podría ser una prueba más del cambio climático.
Sierra
Nevada se derrite
Las
conclusiones extraídas por investigadores de la UGR que llevan
estudiando Sierra Nevada desde 2007 con más de 40 medidores
distintos no dejan lugar a dudas: se está derritiendo. El
aumento de las temperaturas –sobre todo en las mínimas
registradas– y el descenso de la cantidad de lluvia son las
principales causas, según los autores de «La huella del cambio
global en Sierra Nevada. Retos para la conservación». Como
consecuencia, hay menos nieve, y la que hay dura menos tiempo. En los
últimos 15 años se ha reducido la cubierta de nieve una media de
tres días años.
Contaminación rio Monachil, cuenca alta |
El
cambio climático también se ha traducido en el aumento de la
temperatura del agua de los ríos, que ha subido casi 2 grados –1’63–
en las dos últimas décadas. A esa conclusión llegó un grupo
investigador de la Universidad de Granada encabezado por la doctora
Marta Sáinz Bariaín.
Ríos
con menos agua
El
caudal de los ríos que descienden por Sierra Nevada ha disminuido en
los últimos años. Entre los múltiples factores que han propiciado
esta situación, destaca la destrucción de parte de las
milenarias acequias de careo de Sierra Nevada durante la
construcción de la estación de esquí. Las acequias de careo se
encargan de recoger las aguas procedentes del deshielo para
filtrarlas a la montaña, lo que garantiza que se nutran los ríos
gracias a los acuíferos de su interior siempre estén cargados y no
corran el riesgo de secarse, que es la tendencia. El proyecto europeo
MEMOLA, comandado por el profesor José María Martín Civantos,
trata de recuperar este sistema de riego tradicional cuya red se
extiende por más de 3.000 kilómetros sólo en Sierra Nevada.
Los
animales suben la montaña para huir del calor
La
respuesta de los invertebradas al cambio climático puede ser un buen
medidor para comprobar las alteraciones de su hábitat. Por ello, no
es casual que multitud de insectos se estén desplazando en
altitud hacia zonas más frías. Huyen del calor. Las especies
que no pueden hacerlo sufren el riesgo de extinguirse, como es el
caso del topillo nival.
Hacia
una superficie más árida
Otro
de los síntomas claros del cambio climático es el paulatino proceso
de desertización al que se enfrenta la Tierra. El proyecto Paleodul,
dirigido por la Universidad de Granada, ha constatado que Sierra
Nevada avanza poco a poco hacia la aridez desde hace 7.000 años
tras estudiar los sedimentos depositados en los humedales del
entorno.
Desaparición
de las nieves perpetuas
Las
nieves perpetuas características de Sierra Nevada son hoy una
anécdota. Desde hace más de medio siglo no hay año –prácticamente–
en el que se haya mantenido el agua congelada durante los 356 días.
El único glaciar de alta montaña que existía en Andalucía, el
Corral de Guarnón, en la cara norte del Veleta, desapareció en
1995, según la Red de Información Ambiental de Andalucía de la
Consejería de Medio Ambiente.
Menos
pastos, más pinares
El
uso del suelo de Sierra Nevada es otro aspecto que ha cambiado en los
últimos 50 años. En dicho periodo, el 47% de la superficie de la
zona ha sufrido cambios. Además del aumento lógico de los espacios
urbanizados, ha crecido considerablemente el número de coníferos y
robles –fruto de la repoblación artificial– en detrimento de las
áreas donde predominaban los pastos y matorrales. Los cultivos,
tanto de regadío como de secano, también se han visto mermados, con
las consiguientes consecuencias sobre el entorno.
Las
aves han variado sus ciclos migratorios
También
ha cambiado la migración de las aves que cada año pasan por La
Laguna, uno de los más importantes humedales de la península,
ubicado en el municipio granadino de El Padul. La Estación
Ornitológica allí instalada evalúa desde 1985 el comportamiento
migratorio de las especies aladas, que han adelantado su fecha de
llegada y han retrasado la de su marcha. Según recoge el diario
Ideal, pájaros como la golondrina, el alcaudón o el carricero
solían aparecer por La Laguna en marzo, y ahora lo hacen en febrero.
Asimismo, se marchaban en octubre, pero actualmente no se van hasta
que llega noviembre.
El
anormal comportamiento de las alergias
El
tiempo está perdiendo su natural estacionalidad. La meteorología
se vuelve cada vez más inestable y eso hace que la flora no cumpla
con sus ciclos habituales. Se altera, por tanto, la época de
polinización, cada vez más larga e intensa, tal y como recoge la
Red de Aerobiología de Andalucía Oriental, que mide el nivel de
partículas biológicas en el aire.
URSM - Granada