Max
se encontraba solo a la orilla del mar sintiendo la brisa en su
cara, sus manos, su pelo ,en todos los poros de su cuerpo. Oía las
olas romper contra la orilla,una tras otra sin descanso. En una
eterna sinfonía de golpes sin fin, sentía el graznido de las gaviotas
sobre su cabeza como queriendo decir algo que nadie llegaba a
entender y que nadie comprendería jamas.
Max
se agacho y palpo la fina arena dejándola deslizar entre sus dedos. Empezó a soñar con tierras lejanas y exóticas, con sus caudalosos ríos, sus imponentes montañas de nieves perpetuas ,su flora salvaje y
cruel. Con pueblos desconocidos, de ritos atávicos y misteriosos. Soñaba con explorar desiertos y selvas nunca antes pisadas por
pies humanos, con subir a cumbres inaccesibles y remontar ríos inexplorados para descubrir su nacimiento.
sentido ni fundamento ,el sabia muy bien que
jamas podría alcanzar tales sueños.
Su
cruel realidad se lo impedía.
El destino había querido que su
realidad fuese otra.
Allí a la orilla del mar se resignaba
con su
destino. Max era ciego.
D.C.L